La danza es mi oficio
La danza es mi oficio. Es mi forma de vida. Mi forma de ver la vida. Es el motor que me impulsa a seguir en movimiento... Es lo que siempre quise hacer y es lo que quiero seguir haciendo. Es mi forma de ver el mundo, es mi forma de posicionarme en él y frente a él.
Muchas veces, he sentido que estaba viendo pasar el mundo a través de una ventana. Un mundo que no paraba de moverse, observado desde un cuerpo paralizado por las circunstancias. Esas veces, he tenido que aprender a reinventar mi forma de entender la danza. He tenido que aprender a bailar desde la cabeza y no desde el cuerpo, sobrepasar límites físicos, imaginar mundos en movimiento con un cuerpo estático. Y me he enamorado más si cabe de ella. He conseguido entenderla más profundamente, conectarme más aún con ella, entender que la danza va más allá del cuerpo, del movimiento, que es un compromiso que uno adquiere, que es una necesidad que uno tiene…. Que es el canal que yo encuentro para tener voz propia en el mundo.
Es la primera vez que veo el mundo a través de una ventana que ofrece una imagen estática del mismo. Es la primera vez que veo el mundo paralizado de esta forma tan drástica, tan cruel, tan literal. Mi cuerpo y mi mente en este momento son reflejo de este mundo. Aquí no hay espacio para la metáfora, no hay lugar para la poesía. El día a día pasa entre cuatro paredes, llenas de vida, sí, llenas de cosas deseadas, pero cada vez con menos espacio para volar. A veces pienso si realmente merece la pena hablar de danza en este mundo que se nos presenta en este momento… Pero, acto seguido, pienso que la danza es más que simple movimiento, es una forma de ver el mundo, es una voz propia, es lo que consigue pellizcarme en el interior y entender que es por ahí por donde quiero seguir. La danza es mi forma de crear mundos, no menos reales porque pasen en un escenario, no con menos capacidad de expresión porque no use palabras. La danza es un canal de conexión tan poderoso, que todo el que se acerca a ella y llega realmente a entender de qué va todo esto, queda atrapado.
Somos muchos los que nos dedicamos a esto ya no solo por voluntad propia, ya no solo por amor a lo que hacemos, sino que nos dedicamos a esto a pesar de nosotros mismos. La danza es cruel. La danza es un mundo árido en el que es muy difícil construir un camino. En el que, aunque tengas un camino, da igual quien seas, continuamente tienes que demostrar que puedes estar aquí. Es empezar de cero una y mil veces. Es reinventarse y adaptarse a las circunstancias una y mil veces. Es sacrificar muchas parcelas de tu vida por amor a esto. Es desgastar ese amor y esa entrega y encontrar una y mil veces más el motor que te impulsa a amarla de nuevo, a entregarte de nuevo.
No va a ser la primera vez que tengamos que reinventarnos para continuar. No va a ser la primera vez que haya que sobrevivir, aunque tengo la esperanza de que esta vez podamos unirnos y luchemos, juntos, por vivir, por reclamar lo que nos pertenece. Si, hay espacio para la danza en este mundo. Sí, tenemos derecho a estar aquí, a reclamar lo que nos pertenece. No me voy a permitir ni un minuto más el cuestionarme si la danza es secundaria en este mundo que se nos presenta.
Tenemos, no solo el derecho, sino la obligación de estar presentes en este mundo. De generar movimiento en este mundo estático. Pongamos en movimiento no solo nuestros cuerpos, sino también nuestras mentes, nuestra voluntad, nuestros impulsos, nuestros sentimientos. Pongámonos en movimiento para seguir en el mundo, para conseguir ese pellizco en el interior, para tocar mentes, para generar movimiento en el interior de otros, y que a su vez estos otros consigan moverse y seguir moviendo el mundo entre todos. Unámonos, estemos preparados y con la voz templada y firme para cuando el mundo empiece a moverse. Alcemos la voz. Estamos aquí y somos merecedores de estarlo.
Sara Cano