Ahora que el sector cultural saca músculo a base de creatividad, calidad y resiliencia sectorial, mi deseo para celebrar este atípico día internacional de la danza es que seamos capaces de reinventar la forma de llegar a nuestro público, pensar en nuevas formas que nos hagan relevantes ante la sociedad, propiciar nuevas formas de cooperación en una etapa en la que la globalización ha sido sustituida por la digitalización.

Desafortunadamente nuestro futuro, el de los espacios culturales y la danza escénica española y su difusión dependerá de la sensibilidad, compromiso y lealtad que demuestren nuestros representantes políticos con las trabajadoras y trabajadores de la cultura; sin creadores y creadoras, sin intérpretes no hay sector. Ahora más que nunca necesitamos que las programaciones de espacios públicos y privados estén llenas de compañías y producciones nacionales, que los programadores,  directores de teatros y sus ciclos y festivales protejan a las compañías españolas, en este futuro lleno de fragilidad sectorial necesitamos de su protección, porque los artistas nada tenemos que ofrecer sin espacios de exhibición, sin la confrontación con el público, sin las contrataciones.

No sabemos ni cuándo ni cómo, pero sabemos que volveremos a despertar emociones y aplausos aunque ahora cueste pensar en el regreso y celebrar.



Daniel Doña